Sobre la categoría Experimentales

Un matiz cautivador de la categoría experimental reside en el hecho de contemplar proyectos que han sobrepasado la norma. A la hora de evaluar, el jurado cambió tácitamente el curso de la discusión, colocando el aspecto propositivo por sobre el figurativo –a diferencia del resto de las categorías, donde dichos parámetros se mantuvieron casi al mismo nivel. En otras palabras, se discernió cuál experimento tipográfico expuso algo nuevo y cuál se ajustó más a la regla. Me doy la libertad de aclarar que, bajo la mirada experimental, todas las propuestas enviadas fueron correctas. En la tipografía no existen experimentos «buenos» o «malos», y menos en la comunicación visual; puede que el hecho de ver blancos y negros fuera de balance provoque descontento, escozor y, en el peor de los casos, genere algún dolor de cabeza. Sin embargo, y para nuestra fortuna, nunca llegará al nivel del principio de la energía nuclear. Además, separándose de la experimentación científica, el tiempo que conlleva crear una fuente tipográfica –en algunos casos un periodo de trabajo comparable a escribir una súper novela– es tan o más válido que el resultado final. Por lo tanto, bajo el lente del aprendizaje, no nos cabe duda de que el proceso vivido por cada participante será fructífero, sin importar si su trabajo fue seleccionado en la muestra de Tipos Latinos 2018.

En los años cuarenta, el famoso jazzista Thelonious Monk experimentaba con el jazz lento y angular, mientras la tendencia era justamente lo opuesto. Comparada con música de su época, resultaba distinta tanto en su composición como en su interpretación. Durante mucho tiempo no se le apreció y su música suscitó cierto rechazo por parte del público; para fortuna de Monk, en aquel entonces las redes sociales aún no existían. Con el pasar de las décadas, los experimentos del jazzista terminaron por consagrarlo como uno de los músicos más reconocidos a nivel mundial, y lo que antes era sinónimo de desagrado ahora se interpretaba como algo absolutamente original. De ese modo, el tiempo otorgó a los experimentos musicales del artista un alto grado de novedad, transformándolo en referencia y elevándolo a la calidad de genio. Es altamente probable que lo mismo ocurra en la experimentación tipográfica, mas no podemos adelantarnos a ese futuro entonces –por ahora.

Según el escritor Haruki Murakami, «la mayoría de la gente rechaza por puro instinto lo que no comprende, en especial aquellos que integran el establishment, quienes más adaptados están a formas de expresión ya existentes o quienes pertenecen a las élites afianzadas en esas formas. Para todos ellos, lo original puede convertirse en un motivo de repulsión, de rechazo. En el peor de los casos amenaza con agitar el suelo bajo sus pies»¹. Estar en el momento y lugar indicado para contemplar trabajos tipográficos que desafíen la tradición, se traduce en ser dueño de una fortuna con proporciones muy generosas. En algunos casos, dejar de lado la norma tipográfica demandará una fuerza de voluntad gigantesca, equiparable a correr una maratón o diseñar una fuente digital bajo estrés. Pese a ello, el ejercicio de intentar aceptar e interiorizar el fruto del experimento, la novedad, nos permitirá ampliar la mirada y potenciar nuestra propia capacidad de experimentación. Así, estamos profundamente complacidos de que estos proyectos sacudan nuestros cimientos.

El repensar la experiencia vivida me permitió advertir que la muestra Tipos Latinos convierte a los seleccionados en merecedores de un espacio, y no en privilegiados. No olvidemos que la disciplina tipográfica ha promovido históricamente el compañerismo, la democratización del conocimiento y la insurrección. Los seleccionados cuentan con la valiosa coyuntura de transmitir su experiencia en función de que las futuras generaciones, y también quienes participaron con ideas interesantes pero que por falta de madurez en su trabajo fueron descalificados, puedan mejorar y ser merecedores de un espacio en el futuro. El conocimiento se debe compartir, y quienes están en la cima de él requieren de versatilidad y simpatía para adaptarse a la firme continuidad del tiempo y aprovechar la enriquecedora pluralidad de las nuevas voces. Solamente así será posible contribuir al crecimiento y cohesión de la escena tipográfica en Latinoamérica, y evitar el prematuro anquilosamiento de este movimiento creativo.

¹ Murakami, H., Cordobés, F., & Ogihara, Y. (2017).De qué hablo cuando hablo de escribir. Barcelona: Tusquets.


Diego Aravena Silo

Diseñador gráfico, diplomado en Tipografía por la Universidad de Chile. Se ha desempeñado como profesor auxiliar en la cátedra de tipografía dictada en la Universidad Finis Terrae y en la asignatura Taller de Diseño Gráfico de la Universidad de Chile. También trabajó como docente en el Diplomado de Tipografía y Lettering que imparte la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Es socio cofundador de la fundición tipográfica W Type Foundry. Por otro lado, ha dado charlas en distintos eventos, tales como la presentación del Diplomado de Tipografía en la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA), junto al diseñador Roberto Osses, y la exhibición del proceso creativo de W en Behance Portfolio Reviews y en el Encuentro Nacional de Escuelas de Diseño (ENEDI). Fue parte del equipo de trabajo que diseñó la tipografía institucional de la Biblioteca Nacional de Chile, proyecto seleccionado en Tipos Latinos 2016. Dentro de sus tipografías más destacadas se encuentran D Sari (seleccionada en Tipos Latinos 2014), Gardenia, Ulises y Sonny Gothic.